Cuando echo la vista atrás y a los cuentos y películas que más me calaron durante mi infancia podría mencionar sin lugar a dudas el de Peter Pan. Ese niño que se negaba a crecer, esos malvados malvadísimos capitaneados por Garfio, esos niños perdidos y por supuesto la fiel compañera de Peter, Campanilla.
Un hada diminuta y preciosa que ante todo aconseja y defiende a Peter. Aunque a veces también se comporta como una malcriada y despechada. Parece que vive enamorada de Peter. Estos cambios de humor podemos explicarlos cuando coloquemos el vinilo en la habitación de nuestra hija y contarle que tal vez ella es un hada que a veces se enfada y otras salta de alegría. Tal vez, como Campanilla, su pequeño tamaño le impide tener más de un sentimiento a la vez. Podemos pedir que nos espolvoree con su polvo de hadas para volar, aun que eso solo sea después de acostarnos.
Las hadas, en la novela de J. M. Barrie, dependen de la creencia en ella que los otros tengan. Hay una escena famosa en la obra de teatro en la que Campanilla está muriendo pero puede revivir si los niños gritan “Creo en las hadas”. Enséñale a tu pequeña que tal vez creer en las hadas en esa ocasión sea creer en ella misma.
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