La primera vez que pillaste una “obra de arte” de tu pequeñín en la pared seguro que le calló una buena regañina. El pobre te miraría extrañado porque no entendería para que tanto espacio absurdo blanco en casa esperando a ser llenado de color.
Probablemente a los pocos días al contarlo en la oficina o el supermercado alguien te diría que debes dejar que den rienda suelta a su creatividad, que los niños deben expresarse y no debes limitar tu entusiasmo por aprender y experimentar. Es entonces cuando tú ya no sabes ni que hacer.
Pues llegó el fin de tu dilema. Este simpático payaso acaba de terminar con tu interrogante ¿qué hacer? ¿Debo tomar alguna medida? ¿Dejo que haga lo que quiera? ¿Le regaño? Pues ni lo uno ni lo otro. Porque en la vida las cosas no son blancas o negras, hay grises ¡recuerda!
No le permitas garabatear todas las paredes de casa, establece un lugar, este lugar, el suyo. Un nuevo amigo le indica donde. Además no se tratará de hacer rayas sin sentido. Juntos podéis hacer el primer traje de este payaso. Habrás puesto límites a su diversión pero sin prohibirle expresarse y experimentar.
Lo mejor es que en esa pared utilices pintura lavable que pueda limpiarse con un paño húmedo y así el o ella cada día podrá vestir a su compañero de juego con un atuendo diferente.
0 comentarios